jueves, 30 de septiembre de 2010

HOTEL


Ring….ring…ring….
Ese ruido…no lo reconozco…pero se mete en mi cabeza y acaba por despertarme.
-          Hola buenos días...bla bla bla…
Cuelgo el teléfono de un golpe. Doy un par de vueltas en la cama, es mucho más grande la mía, bueno que la ex-mía, y me cuesta levantarme. El baño también es mucho más grande y el agua de la ducha sale más caliente. Todo en esta habitación es mejor que en mi ex-casa. Eso me está empezando a cabrear.
He pagado cama y desayuno. Bajo en el ascensor deseando que haya buffet. En casa no desayuno nunca, pero en un hotel… eso es otro rollo.
Me estoy acabando un trozo de salmón ahumado, que me flipa para desayunar, cuando ella sale del ascensor. Las lágrimas de anoche han desaparecido y va vestida impecable. Se para, me busca con la mirada y cuando me encuentra se queda con sus ojos verdes clavados en los míos. Tristes pero preciosos, como siempre. Comienza a andar hacia mi mesa. Huele a reconciliación.
Entonces lo pienso. ¿Cómo sabe donde he dormido? Y ¿cómo ha llegado si el coche lo tengo yo? Pues en metro, imbécil. Ya. Pero...¿cómo sabe donde he dormido?
Entonces lo entiendo y todo desaparece.
El teléfono está sonando y yo me despierto. Hay que joderse.
Putos Serrano, que daño han hecho…
La cama no es tan grande como antes y el baño tampoco. Y por supuesto no son las 8. Llego tarde seguro, otra vez. Salgo corriendo del hotel, arrastrando mi maleta y la meto en el coche que ya está repleto, tampoco es muy grande. Antes de subirme y arrancar miro a mí alrededor buscando a alguien. ¿A ella? Estoy gilipollas.
Mientras salgo como un Sputnik hacia el curro, una cosa me jode por encima de todas. 
El buffet del hotel. Aunque parezca increíble, así soy yo.

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